¿ANUNCIAR O DEMOSTRAR EL EVANGELIO?

La segunda conferencia de la mañana del domingo en el congreso de mujeres #Elegidas estuvo a cargo de la pastora Cris Acuña.

Para comenzar con su prédica, la pastora citó el versículo de Lucas 10:25 e hizo referencia a que perdemos credibilidad acerca de Dios y de la iglesia cuando simplemente hablamos, pero no actuamos. “La verdad sin compasión y misericordia es religiosidad y la gracia sin verdad es libertinaje”, señaló. Luego nos enseñó que en nuestra vida no solamente tiene que haber verdad, sino que debemos tener la gracia y verdad unidas en nuestras vidas, debemos vivir con un Jesús de acciones y no justificarnos con nuestras intenciones. “Las acciones hablan más que muchas palabras” –dijo y agregó- “vive de acciones y no de intenciones”.

Minutos después profetizó sobre las familias presentes: “Dios te levanta como una iglesia que ama más allá de lo que puedas imaginar porque aquello que desgarra nuestro corazón es parte del propósito de Dios”. “La iglesia debe ser la respuesta y esperanza para los demás, la iglesia tiene que el rol de encarnar a Jesús” -expresó y luego remarcó que “una iglesia unida puede ser la respuesta de muchas personas, nos necesitamos los unidos de los otros”. Continúo diciendo que Dios puede utilizar una idea simple o ingenua para hacer algo grande en la vida de los demás, porque obedecer a Dios es para valientes.

Para continuar con su mensaje, la pastora remarco tres puntos importantes:
1) Debemos anunciar y demostrar a Jesús, porque ambas cosas son importantes y con respecto a este punto explico que la iglesia es la que debe tener el compromiso de caminar a largo plazo con la gente porque Jesús amo hasta el fin.
2) No servimos para convertir a la gente si no que servimos porque somos convertidos y nadie puede parar a una iglesia que clama de rodillas.
3) Dios nos ha llamado a servir también a aquel que no puede hacer nada por nosotros. Para finalizar nos enseñó que cuando sirves a personas que ni siquiera se dan cuenta de quienes somos, es allí cuando reflejamos la misericordia de Dios. “Jesús vino para amar y no condenar, El hizo lo mismo dando su vida por nosotros.

La mañana del domingo finalizó con un altar familias que decidieron entregar sus propósitos a Dios y despertar aquellos que estaban dormidos. Esta última plenaria fue el cierre de tres días de gloria en los que el Espíritu Santo estuvo presente y habló a los corazones. ¡Las mujeres salieron llenas de su presencia!

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